Tuvimos oportunidad de abordar una entrevista con el profesor de Yoga y Musicoterapeuta, José Eduardo Soto, quien es profesor del Diplomado Yoga Yoghismo.
Eduardo, es un placer poder establecer este contacto contigo gracias a que la tecnología nos lo permite y así acortar distancias. Estamos muy motivados, para lo que será nuestro siguiente taller de este Diplomado de Yoga Yoghismo. Quiero agradecerte por tu gentileza para acceder a esta entrevista y así poder acercarnos un poco más a la dimensión humana que junto con la experiencia nos permite continuar la tradición milenaria del yoga.
En primera instancia, cuéntanos un poco de tu contacto inicial con el yoga ¿Cómo llegó este mundo a tu campo de experiencia?
Mi abuela me compraba comics de historia y mitología griega, pero en ocasiones, estos comics traían algo más que mitología, recuerdo que en uno de ellos se mencionaba al gran mudra, asimismo la palabra yoga, los dibujos mostraban personajes sentados en posturas de meditación, todo esto, de inmediato me atrajo, tendría alrededor de 10 años. También Kalimán, un héroe de un comic mexicano me influenció, practicaba meditación, se paraba de cabeza y ante los problemas para solucionarlos hablaba de la serenidad y la paciencia. Estos fueron mis primeros contactos.
Más adelante, en la adolescencia, tuve un amigo, Rodolfo García, quien me prestó un libro de sus padres, era de Indra Devi, Yoga para todos, me propuso que practicara la sección del relajamiento, leí esa parte y procedí a practicar; fue una vivenncia distinta de experimentarme físicamente, además de acceder a una manera diferente de consciencia sobre mí mismo. Particularmente para mí, fue de gran interés lo que decía sobre los ocho elementos del Yoga Darsana de Patanjali, fue mi primer acercamiento al Yoga Clásico.
Recuerdo también un programa de televisión. Siempre en Domingo de Raúl Velasco en el que estaban presentando posturas de yoga, estas imágenes junto con las del libro quedaron muy presentes en mi memoria. Más adelante, encontré en el puesto de periódico un libro de respiración (pranayama) y un libro de Hatha Yoga, con estos textos comencé a practicar por mí mismo, hasta que llegó a mis manos el libro Yug Yoga Yoghismo de Serge Raynaud de la Ferriere. En este libro, vi que hacer yoga sin el acompañamiento de alguien experimentado o de un Maestro, era peligroso, cerré el libro y dejé de practicar por mi cuenta.
Con Francisco Cervantes, un amigo que hoy día también es profesor de yoga, tomamos la decisión de comenzar a buscar un sitio donde pudiéramos practicar Yoga, corría el año de 1972. Buscamos en la sección amarilla del directorio telefónico y dimos con un anuncio del Instituto de Yoga Sri Aurobindo que fundó el Dr. José Manuel Estrada en la ciudad de México. Ahí, al entrar en el vestíbulo y subir las escaleras estaba una gran fotografía del señor que escribió el libro Yug Yoga Yoghismo, sentí que no era una casualidad, lo que me llevó a ese lugar para aprender esta ciencia milenaria.
Así que muy joven comenzaste a experimentar el yoga, ¿Cómo llegaste a ser profesor?
La primera vez que di una clase, lo hice sin proponérmelo, en alguna ocasión el profesor no asistió, pero como yo ya tenía algo de experiencia, los mismos alumnos me pidieron que dirigiera la clase y así comencé a dar clases, a la par tomé un curso inicial de preparación para profesor de Yoga, fue un proceso que luego incluyó nuevos cursos de preparación, luego mi ingreso al Colegio de Profesores de Yoga, me dio una formación más estructurada, en este proceso conocí a personas destacadas en este campo que me enseñaron a ser profesor de Yoga, como Carlos Peñafiel y a mi Maestro, José Marcelli.
Entonces, tu experiencia como profesor ¿también data de los principios de los años setenta?
Sí, han pasado muchos años, con mis amigos con quienes he compartido esta experiencia, antes hablábamos de años, ahora hablamos de décadas, hemos transitado por este camino juntos desde hace cuarenta y un años, hemos formando a profesores de Yoga en México desde los años setenta, en Latinoamérica desde 1982, recorrimos Centro y Sudamérica con Adrián Marcelli y Francisco Cervantes y hemos hecho este trabajo del yoga en un proceso continuo, hasta llegar a estos últimos ocho años, en los que consolidamos y dimos continuidad a un linaje de Maestros a Discípulos y que hoy se concreta como la Asociación Internacional de Yoga Yoghismo (AIYY).
Aparte de los maestros que han dado base al Yoghismo, De la Ferriere, José Estrada y José Marcelli, ¿has tenido contacto con otros maestros o escuelas?
No, en realidad nunca lo necesité, porque lo que encontré en el Yoghismo, era lo que estaba buscando, con el libro Yug Yoga Yoghismo, que ya es un texto clásico, tuve un acercamiento integral y me dio una base importante para el trabajo del Yoga. Con los maestros Estrada y Marcelli mi experiencia fue directa, tuve oportunidad de ver lo que es un yoghi en la vida cotidiana. Conocí tangencialmente a Yoghi Bajan, a su Maestro lo vi en una charla en la Ciudad de México, Sir Kirlpar Sing enseñaba como mis maestros, hacia una fusión de oriente y occidente, recuerdo una frase que mencionaba mucho Sir Kirlpar Sing del Señor Jesús que decía: “cuida que tu luz no se convierta en oscuridad”
Desde tu óptica, ¿Cuál es el fundamento de la gran expansión del yoga en occidente?
Le debemos mucho a la cultura inglesa y a sus investigadores, que se internaron en la cultura de la india, también a los filósofos occidentales que comenzaron a abrevar de los Upanishads, los textos sagrados de la India. Estados Unidos abrió las puertas a principios del siglo XX a maestros como Vivekananda, Paramahansa Yogananda, ellos comenzaron a construir ese puente entre la cultura de la India y occidente, aunque desde un punto de vista más filosófico alrededor de la meditación.
Posteriormente, Sivananda y De la Ferriere, abren una visión ya desde el punto de vista occidental hacia la tradición del yoga como se conoce hoy, otros investigadores e iniciados, como Arthur Avalon cuyo nombre verdadero es John Woodroff, y Alain Danielou, nos abren a occidente el sendero de la tradición Tántrica y la tradición Tántrica Shivaita.
Más recientemente, a fines del siglo XX, discípulos del maestro Krishnamacharya, su hijo Desicachar, Indra Devi, Iyengar, Patabi Jois y Van Lizbeth entre otros, ofrecieron todo el trabajo de actualización del Hatha Yoga, el Yoga Dinámico y de corrección postural que hoy conocemos como Vinyasa, Ashtanga Yoga o el modelo Iyengar. Particularmente De la Ferriere abre el camino del Yoga Yoghismo en Europa y Latinoamérica, un movimiento que hoy es el más grande en esta parte del mundo.
Hoy tenemos una gran cantidad de ofertas de yoga…
A lo largo de mi experiencia, he podido ver que hemos crecido con una visión brahmánica, indoeuropea, un yoga religioso devocional o Bakhti desde los Upanisads, el Yoga Épico del Ramayana y del Bhagavad Gita, hasta Patanjali. Por otra parte ha existido en el Yoga una tradición dravídica, Shivaita, que retoma toda la visión del Samkya, que se ha vinculado con el conocimiento del Tantra desde la antigüedad hasta llegar al Hatha Yoga. Los diversos métodos, como el Jnana Yoga, Karma Yoga, Bakhti Yoga, Hatha Yoga conforman el Raja Yoga. Se aglutinan en la visión del Yoga Épico que organizaron los brahmanes y la aristocracia guerrera de los Ksatriyas.
En la AIYY, tenemos un enfoque del yoga con una espiritualidad laica, secular, no religiosa, basado en un modelo educativo y cultural, de investigación y ascesis producto del yoga que crea sabiduría. Nuestro modelo no tiene dogmas ni cultos, no hay sacerdotes y ritos, no tenemos maestros déspotas ni prepotentes que doblegan la voluntad de sus seguidores, nuestro enfoque honra la vida en todos sus aspectos, que promueve la búsqueda de la verdad, del amor y la libertad, el yoga es belleza, armonía, respeto por la vida y por todos los seres que habitan en ella.
Como experto en musicoterapia, ¿Qué elementos de la música incorporas en tus talleres?
Los contenidos del programa del Diplomado Yoga Yoghismo incluyen el mantra y el pranayama, es decir el sonido y el aire vital, mi trabajo con el yoga me preparó para abordar estos temas, considero que hubo tres cosas que me sacaron de la ignorancia en mi vida: la lectura, la música y el yoga, que culminaron luego en un trabajo que se sintetizó en el libro “El Mantra en el Yoghismo”.
Junto con el yoga, la música fue determinante en mi vida, tuve siempre una gran atracción hacia ella, en la secundaria pertenecí al coro, desarrollé esa sensibilidad hacia la armonía, el ritmo, la melodía y el timbre, muchos años después tomé una maestría en Desarrollo Humano, en la que rescaté desde un ángulo terapéutico esta experiencia con la música, siento que fui realizando una fusión entre la música y el yoga. Por supuesto, tomando en cuenta lo que la ciencia ha aportado con sus investigaciones sobre el sonido como terapia, hasta llegar al mantra como instrumento para la meditación, el Nada Yoga que es el yoga del sonido interno y que culmina en el Laya Yoga o yoga de la disolución, para alcanzar la esencia, eliminando en todos los planos la energía tóxica que nos encadena.
Llevo 26 años trabajando con la musicoterapia y los últimos diez años, dedicados al Yoga del Sonido, mantra, nada, laya yoga. El sonido está unido a la geometría, a la consciencia y a la energía. Lo sagrado, se manifiesta en el yentram, en la construcción de edificaciones, el mandala, es el dibujo sagrado, que organiza la mente y el mudra, que es el gesto, la grafía, la actitud del yoga de las manos como código que se pone en contacto con las fuerzas que mueven y manejan la vida, el mudra estabiliza este manejo energético.
Háblanos un poco más de esa fusión yoga-música, ¿Cómo la música se convierte en un instrumento para la trascendencia?
Vinculo a mis alumnos con la visión de oriente y occidente a través de la música, las ragas, música espontánea oriental, el kirtan, o canto sagrado, el japa, la repetición, dirigidas a la conciencia de sí mismos, el ritmo es fundamental en nuestra naturaleza, este nos ayuda a conectarnos con nuestra esencia a través de ejercicios de respiración vital.
El trabajo con la música es una invitación para que las personas trabajen su cuerpo y sanen su alma, que trasciendan sus pasiones autodestructivas, que crucen el miedo, la cobardía, los estados de angustia y que las personas se conozcan, experimenten y vean lo que son, la música es un puente para sintonizarnos con la naturaleza esencial.
Es evidente que los humanos respondemos emocionalmente a la música, por eso aquello de la terapia, ¿Nos puedes ampliar este tema?
Los cuatro elementos de la música; la melodía, el ritmo, la armonía y timbre, intervienen de manera integral en nosotros mismos, por ejemplo, hay música que me lleva hacia el amor, hacia el enojo o hacia la alegría, también nuestras vidas están ligadas a un tema melódico, algunos vivimos en culturas terroristas “no hagas, no experimentes, no hables…» que van minando la confianza en uno mismo, se trata de que a través de la música la persona se experimente a sí misma.
Por ejemplo, la música para cine que se usa en las películas de terror o drama, anticipa un estado emocional y nos condiciona psicológicamente, hay música que toca el miedo y también el amor, que despierta la dimensión amorosa que nos lleva a sanar las heridas, hay otra que nos entristece, la música en melodía y tonalidad menor nos lleva a experiencias profundas de dolor, los adagios enfatizan estas experiencias. La música guerrera y de fuerza te puede ayudar a recobrar tu valor, te brinda seguridad y confianza. La música alegre, ligera, sirve para celebrar y disfrutar la vida. Se trata de que las personas recuperen su ritmo, que exploren su alma a través de la melodía.
La música armónica la usamos para dar soporte, apoyo, integración y sirve para trabajar la congruencia. La música disonante la usamos para que las personas se acerquen a su sombra. Trabajando con la sombra y la luz vamos a estar más completos y de esta forma no proyectamos en otros nuestras limitaciones humanas. La música aleatoria, contemporánea nos sirve para explorar los huecos, las cuevas de nuestra alma. Sombra trabajada, sombra que no proyecta.
Los instrumentos son seres, cada cultura ha desarrollado sus propios instrumentos con ingenio y creatividad, cada cultura tiene instrumentos de percusión, melódicos, armónicos… los de percusión nos invitan a movernos, los chelos y los bajos nos ayudan a tocar las entrañas, las vísceras, el piano tiene un rango amplio que abre el corazón, los instrumentos de viento son más mentales… hay mucho que explorar.
El bolero de Ravel por ejemplo, representa para mí la evolución de la humanidad, a través de un rondó que se repite, va evolucionando desde algo muy simple como es la percusión de una tarola, hasta la majestuosidad de la orquesta sinfónica.
Los seres humanos son unidos por el lenguaje de la música.
Háblanos un poco del Taller Orígenes e Historia del Yoga
Es importante saber qué fue lo que nos dejaron los Rishis, esos videntes y yoghis errantes que formaron escuelas, que se conformaron una tradición ancestral, y que a través de una línea de sabiduría de maestros y discípulos, fueron creando un cuerpo de saber yóghico hasta nuestros días.
También es importante conocer el yoga preclásico y que posteriormente Patanjali va a sistematizar en su yoga darsana, los textos clásicos que se desarrollaron en el último milenio del Hatha Yoga, Hatha Yoga Pradipika, Geranda Samita y Siva Samita hasta llegar al yoga moderno del siglo XXI.
Por supuesto, esta historia del Yoga no la llevamos en un taller de forma muy académica, vamos a tener prácticas atendiendo una revisión de secuencia de asanas o posturas. Haremos un trabajo práctico, por ejemplo, cómo hacer un japa, un instrumento que les puede ayudar a manejar el sonido en la meditación, les puede servir para hacer pranayama. Por supuesto, la música estará incluida en el trabajo, haremos una serie de prácticas para que las personas dejen de ser lo que no son, para que “expriman la esponja” y quede solamente lo que en verdad son, ese es el propósito del yoga.
La música estará como una base, un apoyo durante las prácticas de yoga, en las dinámicas, el relajamiento, trabajaremos con el sonido en la práctica meditativa para que nos ayude a centrarnos a concentrarnos. Será un proceso creativo, es un taller de 12 horas pero es muy corto, de las cuales 6 horas estarán dedicadas a la práctica. La teoría, que también es importante, estará condensada en un próximo libro “Los Orígenes del Yoga”
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